20 feb 2009

NUESTRA VIDA ARTIFICIAL, NUESTRO PRINCIPAL PROBLEMA

La civilización moderna se encuentra en situación sospechosa, porque no nos conviene. Ha sido construida sin conocimiento de nuestra verdadera naturaleza. Es debida al capricho de los descubrimientos científicos, de los apetitos de los hombres, de sus ilusiones, de sus teorías, de sus deseos. Aunque forjada por nosotros, no está hecha a nuestra medida.

En efecto, es evidente que la ciencia no ha seguido en este caso ningún plan. Se ha desarrollado al azar a partir del nacimiento de algunos hombres genios y de sus ideas. No ha sido en modo alguno inspirada por el deseo de mejorar la calidad de los seres humanos. Los descubrimientos se producen a la medida de las instituciones de los sabios y de las circunstancias de su carrera. Si Galileo, Newton o Lavoisier hubieran aplicadosu potencial al estudio del cuerpo y de la conciencia, quizás nuestro mundo sería diferente de lo que es hoy. Los hombres de ciencia ignoran adónde van. Están guiados por el azar, por sus intereses, por sus razonamientos sutiles. Cada uno de ellos es un mundo aparte gobernado por sus propias leyes. En general, los descubrimientos se hacen sin prever de ninguna manera sus consecuencias, consecuencias que han dado forma a nuestra civilización.

La mayoria de los descubrimientos hasta ahora han seguido sencillamente nuestras inclinaciones naturales que son; los principios de la mayor comodidad y del menor esfuerzo, el placer que nos dan la velocidad, el cambio y el confort y también la necesidad de huir de nosotros mismos. Todo este conjunto constituye ciertamente un éxito de las nuevas invenciones. Pero nadie se ha preguntado de qué manera los seres humanos soportarían la aceleración enorme del ritmo de la vida producida por los transportes rápidos, el celular , la comida , las máquinas de escribir y de calcular, que efectúan hoy todos los pausados trabajos domésticos de antes. La calefacción de las casas por medio del vapor, el alumbrado eléctrico, los ascensores. Las manipulaciones químicas dentro de la alimentación, han sido aceptadas únicamente porque estas innovaciones eran agradables y cómodas. Pero su efecto probable sobre los seres humanos, no ha sido tomado en consideración.

Todos gozamos del confort y del lujo, sin darnos cuenta de que estamos en cambio privados de lo necesario. La ciudad moderna se compone de estas habitaciones monstruosas y de calles oscuras, llenas de aire impregnado de humo, polvo, vapores y los productos de su combustión, aunados el estrépito de los tranvías y camiones y llenas sin cesar de una inmensa muchedumbre. Es evidente que no se han construido para el bien de sus habitantes.

Nuestra vida se halla asimismo influenciada en una inmensa medida por los periódicos. La publicidad está hecha únicamente en interés de los productores y jamás de los consumidores. Por ejemplo, se hace creer al público que el pan blanco es superior al pan negro. La harina ha sido cernida de manera más y más completa y privada entonces de sus principios más útiles. Pero en cambio se conserva mejor y el pan se elabora más fácilmente. Los molineros y los fabricantes ganan más dinero. Los consumidores comen, sin duda, un producto inferior. Y en todos los países en dónde el pan es la parte primordial de la alimentación, las poblaciones degeneran. Se consumen enormes sumas en la publicidad comercial. De esta manera, cantidades de productos alimenticios y farmacéuticos inútiles y a menudo dañinos, se han convertido en una necesidad para los hombres civilizados. Y es así como la avidez de los individuos bastante hábiles para dirigir el gusto de las masas populares hacia los productos que necesitan vender, representa un papel capital en nuestra civilización.

Parece, pues, que el medio en el cual hemos logrado introducirnos gracias a la ciencia, no nos conviene, porque ha sido construido al azar, sin conocimiento suficiente de la naturaleza de los seres humanos y sin consideración hacia ellos. Vivimos en un mundo artificial, en el cual la vida en si perdio el sentido y la compleja civilizacion pide a gritos un cambio que nos ponga en una mejor direccion de la que llevamos hasta ahora.

por: Argel Rivas